24 de mayo de 2009

Aviones de papel

Eran más allá de las 10 de la noche, en una mágica para el sevillismo tras conseguir, el Sevilla Fútbol Club, la clasificación directa para la Liga de Campeones. Y allí en la bombonera, durante el descanso del partido, he vuelto a revivir algo que creí tener bajo letargo o moribundo.

Sentado junto a mi padre y tratando de evitar que el tiempo me envolviera, me puse a hacer un avión de papel. Aquel avión que él me enseñó cuando era niño, y que aún hoy sigo recordando hacer. Hecho, lo lanzo al aire con un resultado un poco desastroso. Caída empicado bajo el cielo sevillista y sonrisa cómplice junto a mi parte fraternal. A esto que veo como él, mi padre, aquel padre que pensé que se alejaba de mí, me retó a hacer otro de sus aviones, él haría uno y yo haría otro, para ver si el alumno superaba al maestro o era el maestro el que mantuviera su entereza. Aviones al viento y... ninguno de los dos consiguió durar en el aire más de 2 segundos.

Con esto no quiero llegar más que a contarte que me he sentido bien compartiendo algo con él, con mi padre, algo insignificante, pero que a mí me ha servido para mucho.

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