26 de febrero de 2010

Totalmente purificado

Hace algunos años, una conocida marca deportiva creo un magnifico spot publicitario. Si mal no recuerdo, salían varias imágenes de deportistas de a pie corriendo en condiciones climatológicas adversas. Bajo la lluvia, entre la niebla y la nieve, con granizo, por el desierto, con un calor de 40 grados... Lo curioso del anuncio era que en aquel momento no se veía un alma, y las personas que estaban fuera de sus casas se refugiaban en bares, tiendas o restaurantes. Absolutamente todos miraban a través del cristal y al ver a esos corredores valientes, decían: "están locos".

Pues yo os voy a decir una cosa. Como la lluvia no nos da tregua, y parece que esto va a continuar bastante tiempo, me he enfundado mis mayas térmicas, mis zapatillas, mi cortavientos y mi música, y he ido a pegarme una vuelta bajo la lluvia. Y que queréis que os diga, me ha sentado como un buen Spa. Donde éste una buena carrerita y una buena ducha que se quite lo demás. Pero si además ese agua purificadora te cae mientras haces deporte, mejor que mejor. Al fin y al cabo es agua, como el 80% de nosotros.

24 de febrero de 2010

Con el agua al cuello

Vaya día de guardia el de ayer! Ya por la mañana se hizo notar el intenso día que íbamos a tener. Salida a un incendio en las cercanías de la pasarela de Camas que une con Sevilla. Por lo visto una chabola que está ardiendo y tiene tres bombonas de butano en el interior.

Para llegar al lugar debimos acceder por un camino paralelo al río Guadalquivir, que está bien crecido. Nada más llegar al camino vimos que éste estaba totalmente lleno de agua. El río estaba desbordado de su cauce, pero había que pasar par allegar al siniestro. Poco a poco fuimos avanzando hasta llegar a un lugar totalmente imposible. Casi atascados, recibimos por la emisora que otro coche se acerca al lugar del siniestro por otra vía, entonces decidimos dar marcha atrás. Y ya ya os lo podéis imaginar por la foto, un leve descuido de nuestro conductor y casi llegamos a San Lúcar de Barrameda a la hora de la tapita...

Una hora después salimos del barrizal gracias a la ayuda de una excavadora... Estos bomberos...

21 de febrero de 2010

Un tocayo de mi perro Turco

Entre una cosa y otra ya hace bastantes días que no aparezco por aquí infinitos. Y hoy antes de acostarme os quiero dejar una historia bastante emotiva y con un mensaje para reflexionar:

El otro HÉROE de Haití. Turco un perro abandonado

Gracias a Turco, los bomberos de Valladolid rescataron a Redjeson Hausteen Claude, de dos años. El pequeño haitiano llevaba dos días bajo los escombros.

Abandonado por su dueño en Tarifa, este labrador estaba al borde de la muerte cuando fue recogido por unos militares. En unos meses pasó de ser un vagabundo a convertirse en el orgullo de un cuerpo de bomberos. Acaba de regresar de Haití, graduado tras salvar 18 vidas.

Turco es un perro andaluz y su historia comienza, como la película de Dalí y Buñuel, con una navaja bien afilada.

En su caso, el tajo fue en el cuello. Sus dueños le extrajeron así el microchip, una práctica muy habitual entre los propietarios de los 150.000 perros que se abandonan en España cada año, tantos como víctimas humanas en el terremoto de Haití. Sin chip, no hay denuncia. El animal pierde su identidad y, casi siempre, perderá la vida. `Turco´, un labrador jovencito, quizá un regalo de Reyes, vagabundeó no se sabe cuánto tiempo por las afueras de Tarifa, en pleno verano de 2008, y acabó en un campo de maniobras. Lo recogieron unos militares que hacían ejercicios de tiro, muerto de sed, hecho un saco de huesos, lleno de pulgas y parásitos. Y con un pedruscazo en el hocico que todavía supuraba, cortesía de otro `amante´ de los animales. Turco estaba tan traumatizado que olvidó cómo se ladraba, como un niño que enmudece por los malos tratos. Un año después de su odisea, el perro seguía sin poder articular un guau.

Así fue como Turco se cruzó en la vida de Cristina Plaza Jorge, una soldado profesional de 22 años, vallisoletana, destinada en Ceuta. «Me llamaron los compañeros que lo habían rescatado. Sabían que me estaba costando adaptarme, que me sentía sola y le había dicho a todo el mundo que quería un perro. Me mandaron una foto por el móvil. Parecía pequeñito, aunque resultó ser un grandullón. Y estaba flaquísimo. Me enamoré. Crucé el Estrecho en el ferry, me fui a ver al veterinario de Algeciras donde lo habían dejado y me lo llevé a casa.»

Turco se recuperó de sus heridas gracias a los mimos de Cristina. Y recobró la alegría, pues la nobleza nunca la perdió. «Es el perro más juguetón del mundo. Incansable. Lo que más le gusta es correr por la playa. Le puedes tirar un palito cien veces, que cien veces irá a por él y te lo traerá.» Vivieron juntos ocho meses felices. Ganó peso, aunque seguía sin ladrar. Una mañana cayó una tromba de agua: 160 litros por metro cuadrado. Y la casa de alquiler de Cristina, una planta baja, se inundó de tal modo que era inhabitable. «Rezumaba tanta humedad que tuve que volver al cuartel. Como allí no podía tenerlo, lo llevé a casa de mi madre en Castronuevo de Esgueva, un pueblo de Valladolid.» Allí, Turco conoció la nieve. Pero el destino le tenía reservada una nueva sorpresa. El perro rescatado de la muerte por unos soldados de buen corazón iba a tener ocasión de demostrar su generosidad y devolver el favor. Con creces.

El sobrino de una vecina, bombero del grupo de especialistas en rescates de la Junta de Castilla y León, lo vio corretear por el pueblo e intuyó enseguida que aquel chucho alegre, vivísimo, que lo olfateaba todo con la curiosidad de un detective, sin despistarse jamás, tenía madera de héroe. Pidió permiso a Cristina para hacerle una prueba. «Ya tenían a `Dopy´, un golden retriever, pero siempre andan buscando nuevos perros. No es nada fácil encontrar candidatos que superen las pruebas. Yo les dije que de acuerdo.. Me costó lo mío, porque lo quiero muchísimo, pero me convenció mi madre.» Su argumento era incontestable y resultaría profético: «Imagínate, Cristina, que algún día Turco salva una vida».

Cristina les puso a los bomberos tres condiciones antes de donarles a Turco: que no le cambiasen el nombre, que le dejasen verlo cada vez que fuera a Valladolid y que, si el perro no superaba las pruebas, se lo devolviesen. Y los avisó, además, del gran inconveniente: no ladraba. ¿Cómo se las arreglaría para alertarlos si encontraba un superviviente entre los escombros? A los quince días la llamaron por teléfono. «Tu perro ya ladra y está hecho una máquina. Cuando salimos a correr, se viene con nosotros. Y luego se va a correr con el siguiente turno. Nunca tiene bastante.» Comenzó entonces el durísimo entrenamiento de un rescatador canino en edificios y estructuras colapsadas.

Eugenio, su adiestrador del parque de bomberos de Tordesillas, enseñó a Turco el oficio. Moverse en las mil trampas de un derrumbamiento, adentrarse en la oscuridad por huecos inverosímiles, pues no basta con detectar un olor y ponerse a ladrar, un buen perro de rescate intentará seguir profundizando y encontrar un camino hasta llegar lo más cerca posible de la víctima sepultada. No son perros a los que se entregue la prenda de una persona y les sigan la pista. Distinguen el olor genérico de los humanos y son capaces de diferenciar si se trata de una persona viva o muerta. Y de discriminar entre los olores de las personas enterradas y los de las que están en superficie.. Es una gran responsabilidad, porque cuando los perros terminan su trabajo y la zona se declara limpia, empieza el de las máquinas de desescombro. Deben compenetrarse con su binomio humano hasta formar un equipo eficaz. Su premio: una caricia, una golosina, un palito que mordisquear.

Completado su entrenamiento, llegó la prueba de fuego. Turco y Dopy volaron a Haití con un equipo de siete bomberos de los parques de Valladolid, Tordesillas y Palencia, con Francisco Rivas como jefe de expedición. Y demostraron lo que valen. Fueron nueve días de trabajo tan intensos como atroces, trabajando 16 horas diarias en condiciones inimaginables, entre réplicas del terremoto y actos de pillaje o de mera supervivencia. Participaron en 18 rescates. Cuando hay 150.000 muertos sobre el terreno, hablar de 18 finales felices es como aferrarse a un clavo ardiendo. Hasta los perros se deprimen ante la enormidad de la tragedia. Pero cada vida humana cuenta. Por eso mismo, Francisco Rivas no podrá olvidar nunca a la adolescente que tuvieron que dejar en un edificio cuando apenas faltaba media hora para desenterrarla porque los escoltas de la ONU, temerosos de verse envueltos en un tiroteo cercano, les ordenaron abandonar el salvamento y salir de allí por piernas.

Pero tampoco nadie podrá olvidar el rescate del niño Redjeson Hausteen Claude, de dos años. Un milagro que dio la vuelta al mundo. El pequeño estaba entre los escombros de la vivienda familiar, abrazado a su abuelo muerto. Cuando el bombero Óscar Vega lo sacó en brazos, la familia lo rodeó y empezó a bailar alrededor, entre gritos de alegría. «Cuando lo vi por televisión, me puse a llorar y no podía parar. ¡Ése es mi Turco! Es lo más grande que me ha pasado en la vida», recuerda Cristina. Turco ya está de vuelta en España, mordisqueando palitos, su gran afición, jugando con Dopy, su compañero de fatigas. Y entrenándose diariamente para seguir salvando vidas como si tal cosa.

Carlos Manuel Sánchez

12 de febrero de 2010

Piratas para la memoria

Hoy viernes 12 de febrero se celebra la final de los carnavales de Cádiz en el ya centenario del Gran Teatro Falla. Multitud de coros, comparsas, cuartetos y chirigotas han pasado por las tablas en esta edición. Pero sólo una agrupación de cada modalidad se hará con el primer premio del más prestigioso concurso gaditano. Poquito a poco el carnaval de Cádiz va calando más en las venas sevillanas, y ya es tanto el respeto, la admiración y el cariño a la tacita y a su tradición mas fieles que hasta un grupete de artistas se colaron entre bastidores de sus viejos tapices.

Pero para mí la edición de 1998 fue la más competida, las más emotiva y quizás la mejor valorada. No entiendo mucho de la fiesta más gaditana, pero para quitarse el sombrero ese año. En mi memoria iba relatando letras de antiguas agrupaciones de aquel año, y sin duda lo que más suena dentro de mi archivo carnavalesco es la comparsa de Los Piratas, de Antonio Martínez Ares, ganadora del concurso.

Y quiero aprovechar la ocasión para dedicarle a mi hermana un pasodoble cantado por ellos que se llama Carnecita de Gallina. Si se te levanta la piel al cielo es que tienes espíritu carnavalesco...


7 de febrero de 2010

Hoy he vuelto a llorar

Acabo de sentir una sensación que hacía años que no sentía. Muchas veces me he emocionado, pero no recordaba de qué manera se retorcía el corazón al ver una película en la televisión. Ha terminado E.T., sí sí, E.T. el extraterrestre, aquella película de Walt Disney que nos cautivó a todos cuando éramos niños, y hoy lo he vuelto a sentir. Esos sentimientos de renacuajo, ese amor a las cosas simples y la verdad de las lágrimas...

Fue en 1982 cuando esta obra maestra de Steven Spielberg se asomó al cine y consiguió que todos los niños creyéramos en la amistad verdadera. Desde entonces, se han escrito muchos guiones emotivos, muchas películas preciosas y con sentimientos, pero estaréis conmigo de que E.T. nos ha marcado a todos.

Mi casa, teleeefonoooo...

1 de febrero de 2010

Un punto eventual

¿Alguna vez te has parado a pensar cual es nuestra verdadera magnitud? La vida humana es realmente enorme por la capacidad de adaptación que posee, y por la multitud de emociones que es capaz de desarrollar; pero si vamos más allá, mucho más lejos, si miramos al infinito, nos damos cuenta que somos realmente un punto ocasional en un caos de dimensiones desorbitadas. La Tierra, nuestro planeta madre, y nuestra casa nido. La esfera casi perfecta que nos da la vida bajo su manto azul, no esconde más que una cruel realidad. Nos movemos muy rápido hacia lo más lejos del universo. Rotamos a una velocidad de más de mil kilómetros por hora alrededor de nuestro y eje, y sin embargo no notamos más que una simple atracción hacia el nueclo de hierro fundido de nuestro planeta azul. Una atracción que ya nos es común. Si me leyera Isaac Newton...

Nos movemos sin ton ni son a causa de una explosión que tuvo lugar hace muchos millones de años atrás. Nos estamos desplazando muy rápido de aquel punto originario de materia que nos dio la vida y que ahora estamos desaprovechando.

Somos una pequeña mota de polvo que vuela sin cesar y que algún día por causas naturales será exterminada. Quizá por fuerzas gravitatorias, impactos de cuerpos estelares o por simple inmolación. El ser humano tiene que admitir que no está cuidando su casa, su hogar, su nido...

Cada vez son más las intolerancias con nosotros mismos, las exigencias inútiles para los demás o las espectativas autoimpuestas por una sociedad que se nutre del veneno que ella misma ha creado en su laboratorio repleto de papeles pintados llamados billetes.

Somos muy pequeños y tan enormes, que ya nos hemos perdido el respeto. Le hemos perdido el respeto a nuestra especie y a nuestra casa. No somos agradecidos con nuestra casual y eventual vida que nos han regalado, y eso se paga.

Yo no sé si algún día todo cambiara, pero sí espero que las mentes preocupadas de algo tan bonito como es la vida, sean dichosas y consigan sentirse como pez en el agua en un mundo que se les ha prestado para vivir. La Tierra no es nuestra, pero sí para nosotros. Nuestro planeta, nuestra casa...

Políticos que se pelean por un puñado de votos, por un manojo de billetes, medios que manipulan las informaciones, acusaciones vacías de vida... Es el precio que hemos de pagar por haber viciado nuestra evolución y quizá no estemos viviendo en un entorno que nos corresponda.

Y ya no sigo más con la reflexión, que da para mucho y es un tema que no tiene final, como el infinito del Universo donde flotamos. Hagámonos un favor y cuidemos lo que se nos ha prestado. Aunque a veces sea imposible...