10 de enero de 2010

Anoche pasé miedo

Ya hacía mucho tiempo que no os contaba historias de mi trabajo. Pues hoy os traigo de mi guardia de ayer, donde pasé algo de miedo.

Las 5 y media de la mañana y en el parque central suena la campana. La voz mana por los altavoces retumbando en las paredes notando el frió que se calaba por todos los poros de mi piel. "Apertura de vivienda con urgencia". Es habitual acudir a domicilios para abrir puertas. Quizás porque una persona no responde, porque se ha escuchado un ruido extraño, o por la maría de turno se ha dejado la comida puesta al fuego. Camino del lugar, con el chaquetón hasta las orejas, empezamos a averiguar el entramado que allí nos esperaba. FSV en el lugar, donde una pareja de compañeros Policías Nacionales nos exponían el asunto. Al parecer se trataba de un problema de violencia de genero. Un hombre tenía orden de alejamiento sobre una mujer, la cual llevaba horas sin dar señales de vida a sus familiares, y cuando estos llamaron a su móvil, el que debía estar alejado respondió al móvil con palabras poco formales.

Nuestra primera opción era entrar por la ventana de aquella casa adosada, pero la incoherencia nos iluminó, y nos evitó un posible varapalo. Imaginaos que subimos por la escala, que abrimos la ventana y un palo, navaja o pistola, nos da las buenas noches de forma cortés. Así que nada, decidimos reventar la puertas para entrar en el domicilio. Yo, en primera linea de fuego, con la herramienta abre puertas hidráulica entre mis brazos, empecé a notar la fuerza y la presión en mis manos. Y dije ¡Alto! Quería que un policía se pusiera delante de la puerta por si acaso, ya que nuestra obligación era abrir la puerta, y no recibir un cachiporrazo. Mientras aquellos pernos iban cediendo, resonando y algunos tornillos saltando, mi corazón se aceleraba porque no me quería imaginar nada de lo que hoy día estamos hartos de ver en los telediarios.

Plaf! la puerta se abrió como un resorte y dos policías con porras en la mano entraron rápidamente en la vivienda. Y ya lo demás me lo reservo por secreto profesional, sólo puedo decir que no había nadie en la vivienda, y que volvimos al parque entre risas.

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