27 de noviembre de 2010

Máscaras nocturnas II

Mucho tiempo ha pasado desde aquel 25 de julio de 2007 cuando este blog acababa de nacer y ya empezaba a dar sus primeros pasos; pasos cortos pero de gigante. Y escribía por entonces un post que se titulaba Máscaras nocturnas. En él reflejaba la imagen de aquellas personas que ante su espejo filtran la visión de los demás y que solo (y escribo solo sin tilde por la nueva decisión de la RAE) encestan sonrisas hipócritas para purificar sus emociones. Pues bien anoche, tras una gran velada con amigos y unas cuantas partidas de billar, decidimos irnos a tomarnos algún refrigerio. Optamos por ir a un local de renombre en Sevilla y nos pidieron 30 € por cabeza. Usted, portero de abrigo hasta los tobillos, pinganillo caracoleado y de alopecia galopante, ¿no sabe que estamos en crisis? Aún así el local estaba hasta la bola. Seguramente eramos demasiado feos para deslucir el caché de su clientela... Total que decidimos irnos a otro sitio. Fiesta Funky. Nunca había ido a ninguna y francamente dudo mucho que vuelva a ir. Si hace tres años hablaba de máscaras nocturnas, ahora os hablo de máscaras no, de cajas de cartón. Respeto todas las culturas, respeto todos los estilos, pero la verdad me sentí muy extraño entre chicos y chicas que reflejaban en su espejo una sensación de superioridad indiscutible por llevar gorras grandes y camisetas por encima de la sudadera. Y que quede claro con esto no critico a los funkeros, todo lo contrario, solo que (de nuevo la no tilde) me siento raro cuando las personas que me rodean no muestran su verdadera cara.

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