10 de abril de 2012

El rabo de la lagartija


Muchas veces las personas nos engachamos a lo imposible y no queremos soltarlo hasta que acabemos muertos emocionalmente o renazcamos y nos demos cuenta de la realidad. El egoísmo de cada uno, o la egolatría hace que el enganche sea tal, que llega a rozar el punto de la locura, la ridiculez y lo absurdo. A todos nos ha pasado que hemos actuado así en alguna ocasión. Cuando a una lagartija se le corta el rabo, o la cola, el animal sale despaborido corriendo a refugiar su dolor, pero su pequeño rabo coleante no para de moverse sin sentido una y otra vez hasta que acaba por cansarse y cesar su actividad. Pues los seres humanos nos compartamos de igual manera. Nos arrancan parte de "lo que es nuestro" y nuestras emociones sobreviven agitándose en el espacio vació, golpeándonos una y otra vez contra muros imposibles, hasta que llegue el momento de que se agote y todo vuelva a la normalidad.

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