29 de enero de 2011

Si no estás al 100%...

Ya estoy en casa sano y salvo. Sí, a salvo... Anoche pasé miedo, mucho miedo en un fuego en el barrio de Triana a las tantas de la madrugada. Durante la guardia empecé a sentirme algo regular: escalofríos, mareos, dolor de garganta y algo de tos; todos los síntomas de una gripe... Uno de mis compañeros me decía: "chiquillo pero vete a tu casa, ¿no ves que estás malo?". Pero yo, con mi estúpido pudor y mi continuo afán de superación quise continuar. No iba a irme por tres mocos y un par de décimas de calentura. Total, que las horas se sucedieron. Pero a eso de las 3 de la madrugada, suena la alarma y tras un bote pesado de la cama, comienzo a correr escaleras abajo mientras escuchaba la voz a través de los altavoces: "salida de BUL5, BUL6, Escala, Ambulancia y UMC... Fuego en vivienda". El corazón se te pone tenso, el sudor se hace frío y las piernas se endurecen como piedras. Mientras me iba vistiendo y al mismo son que la adrenalina corría mi cuerpo, el dolor de garganta y la pesadez de cuerpo me hizo recordar que estaba empezando a ponerme malo, maldita sea. Vestido, equipado y ya montado en el coche tosía tímadamente ya que mi voz no podía salir por mi garganta, y si algo se intuía era una bronca voz de ultratumba. Llegamos al lugar, y aparentemente ningún gran incendio asomaba, ni revuelo alguno. Tan solo una mujer que nos dijo que la campana de su cocina estaba en llamas. El Cabo nos ordenó subir dos extintores. Cuando escuché el numero de planta, se me vino el techo sobre la cabeza. ¡Un noveno! Maldito día para ponerme malo, pensé... Pues sin tregua con todo el equipo, la botella, y el extintor plantas arriba sintiendo como la fiebre iba golpeando mi frente y como la tos amenazaba por dejarme tirado en el rellano. Ya por la planta sexta mis piernas comenzaron a resentirse pero lejos de rehuir, apreté más fuerte contra los escalones hasta llegar al noveno. Con los pulmones a punto de salirme por la boca, el sudor resbalando por mis ojos y los latidos de mi corazón empujando mis costillas entramos en la supuesta vivienda. Tranquilidad en el mando ya que no existía gran riesgo. "Quique tira un extintor". Y Quique envuelto en falta de oxigeno, con la garganta amenazando tos, y mareos cervicales, no se le ocurre otra cosa que meterse en la cocina con el extintor y tirar el polvo sin ponerse la máscara... Una nube de polvo azul acabó pronto con el escaso foco del incendio y la oscuridad se cernió sobre mi. Junto a la negrura y tras varias bocanadas de aire para recobrar mi ritmo cardiaco normal tras la escalada hasta el noveno, una desagradable sensación se apodera de mis pulmones haciéndome sentir un pánico absoluto. No podía respirar y lo que era peor sabía que lo que había respirado me estaba haciendo daño... El polvo extintor no es que sea tóxico, y además no deja residuos, pero el susto me lo llevé. Y más aun cuando me volví para salir de aquella cocina y noté como la puerta había desaparecido... no la encontraba. A cada sorbo q inhalaba menos podía respirar y más nervioso me estaba poniendo. Menos mal que un compañero entró en la habitación, y de un descortés empujón lo quité de en medio. Más de 5 minutos me llevé escupiendo polvo ABC. Me cabreé muchísimo conmigo mismo.

Y es que el no estar al 100% físicamente hace que tu cabeza no esté lúcida y concentrada en el trabajo. Hay que estar en condiciones físicas, entrenar a diario, cuidarse bien, porque si no lo hacemos nosotros, ¿qué garantías de éxito vamos a tener? Pero ya estoy en caso sano, salvo y con ganas de enmendar ese error que casi me cuesta la vida.

1 comentario:

Christian dijo...

tioo! no puedes jugar asi con tu vida, espero que te sirva de experiencia amigo. hay que estar al 100% en esos casos, sobre todo cuando juegas con tu vida y con la de los demás! un abrazo maquina! :)