25 de agosto de 2009

La mochila

Ayer, mientras hablaba con una enfermera, salió a relucir el tema de las cargas de cada uno, de las mochilas que el tiempo y los traspiés adosaban a nuestra espalda. La mayoría de las personas tenemos problemas: algunos muy graves y otros menos graves que se intensifican por ser menores. Pocas son las personas que no cargan ese petate emocional pero lo peor es que a ellos, sí que les pesa la mochila de los demás.

La mochila es un elemento grande por naturaleza, y en el cual caben multitud de problemas. Algunos los metemos nosotros mismos, pero otros muchos son metidos por duendes de manera que nosotros no nos demos cuenta. Esa mayoría que cargamos mochilas grandes repletas de historias y problemas poco agradables, andamos por las calles con la sonrisa pintada en la cara y viendo a los demás sonreír de igual manera, o más incluso. "Hasta el que tú veas más feliz, arrastra una gran mochila", me decía esta enfermera.

Y es que, entre mochileros nos entendemos todos, como bien decía mi compañero Palomo. Él es un bombero viajero; se pega viajes de meses de duración en solitario, a los lugares más recónditos de la tierra. Sólo él y su mochila campan por las calles, y cuando se encuentra con un semajante, no hace falta saber de idiomas para entender que ambos están haciendo lo mismo.

Sé que no es fácil comprender a los que cargamos grandes y pesadas mochila, (yo mismo le dije a Palomo que estaba loco), sin embargo, nunca está de más recibir una ayuda desinteresada de un hombro libre de carga. Así el camino se hace más liviano y en compañía...

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