17 de diciembre de 2010

Mi disfraz azul...

Hay que ver como son los avatares de esta vida... A eso de las tres y media de la tarde venía de regreso a casa desde el hogar de mi hermana tras pasar una agradable comida con ella, mi sobrina y mi santa madre. Venía con el tiempo apropiado para darme una ducha, un ajuste de cara y posteriormente ir a una reunión. Pero las casualidades y la obligación de ciudadano y de profesional de las emergencias se interpusieron en mi camino. En la lejanía un pequeño revuelo asomaba en el río de asfalto, y a medida que me iba acercando, mis ojos no querían ver lo que estaba aconteciendo. Un hombre de mediana edad yacido en la calzada y un montón de brazos pidiendo ayuda. Me paro sin prisas pero sin pausas y me bajo del coche para ver como estaba aquel hombre cuya sangre manaba por la boca a borbotones. Antes de mirar para cualquier otro lado, veo como una mano nerviosa me ofrece un Tubo de Guedel. Con paciencia, y bajo la inconsciencia de aquel motorista accidentado (el caso había saltado por los aires), escucho una respiración muy débil y superficial a la vez que aquel tórax enorme se elevaba levemente sobre el suelo. Al parecer la ambulancia ya estaba alertada. Así que opté por sacar mi disfraz azul y ponerme manos a la obra. Coloqué el guedel al pobre hombre con la dificultad que conllevaba el mar de sangre y dientes partidos que se desbordaba por su boca, pero lo esperado no tardó en pasar: el hombre deja de respirar y entra en parada. En casi 3 años y medio como bombero nunca jamás tuve que hacer maniobras de reanimación a una víctima, así que ahora era el momento de poner en práctica todo lo aprendido en cursos y seminarios de Reanimación Cardio Pulmonar. Las manos no m temblaron, y tratando de mantener mi corazón y cabeza serenos, mi peso comenzó a hundir aquel pecho casi inerte. He de agradecer a los compañero de la policía local su colaboración y compresión, así como el respeto que me tuvieron cuando les dije que era bombero... Mientras yo daba los masajes cardiacos, una mujer que decía ser enfermera, me ayudaba con las ventilaciones. La ambulancia no llegaba y mientras tanto ciclo tras ciclos nuestro empeño por sacar a aquel hombre se iba acrecentando. Al cabo de algunos minutos noté como un jaleo de sirenas naranjas sobrevolaban en el horizonte. La ayuda ya venía en camino. En todo momento los compañeros del 061 me estuvieron escuchando y haciendo participe de la maniobra, y yo le s agradeceré siempre ese amable gesto. Monitores, inyecciones, tubos, aire, aspirador, masaje, aire... todo fue inútil. Tras más de media hora de esfuerzo, empeño y trabajo, aquella vida no quiso regresar a la Tierra...

Y tras todo este caso, la reflexión es la siguiente. Vivimos, nos preocupamos, sufrimos en demasía por asuntos que sabemos de sobra que tienen remedio pero que aun así nos empeñamos en creernos que no. No nos queremos sobreponer a los problemas para no esforzarnos, y lo que hacemos sin darnos cuenta es hundirnos en la miseria emocional y personal. Solo cuando acontecen este tipo de cosas te das cuenta, o acrecentas la capacidad de atención a las cosas importantes. La vida se va en unos segundos. No lo podemos controlar. Por ello, debemos vivir tranquilos y sin forzar a los demás. Todo llega en esta vida, hasta la mismísima muerte...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me impresiono al leerlo aunque ya me contaste,solo decirte,estoy muy orgullosa de ti.
Mama.

Joaquin dijo...

Ten por seguro que ese hombre, si pudiera, tes estaría eternamente agradecido. Ole tus huevos Quique, yo tengo que confesarte que saldría corriendo cagado de miedo.

Laura dijo...

Impresionante...Enhorabuena...

jose miguel dijo...

Ya ves Quique, el destino nos lleva a donde no pensamos, y ese día pusiste en valor nuestra profesión. Ya sabes, tu posición de Garante.
Seguro que ese día te entró una gran impotencia por no haber sacado adelante a esa persona, pero la vida es esta.
Seguro lo volverías ha hacer lo mismo cuantas veces sea necesario,y te sentirás satisfecho por el deber cumplido.
Enhorabuena y Feliz dia de Navidad a los que hoy estaís velando por nosotros.