6 de diciembre de 2010

¡Qué vida más perra!

Cuando miro a los ojos a mi perro Turco muchas veces puedo notar lo quiere decirme con la mirada. Cuando quiere comer, cuando quiere salir, cuando me pide perdón tras una trastada o cuando me ve triste y se acerca con su naricilla a darme calor. Y hay ocasiones en las que pienso en que ellos, los perros, están hechos para entender y consolarnos a nosotros los humanos. Ellos siempre te querrán aunque no le saques a dar un paseo, aunque le dejes todo el día solo en casa, incluso aunque le riñas por algo que han hecho mal... Después, y tras un pequeño ratito de reflexión, vuelven a ti y te ofrecen todo su cariño para que tú recapacites sobre el porqué de tus acciones. Siempre están ahí, no fallan, son incondicionales. No es tan difícil. Lo malo es que los humanos no somos animales de instinto, si no que lo somos de genio y maldad, algo que ellos ni entienden; y por ello nuestro comportamiento, como los seres más inteligentes de la tierra, deja mucho que desear. Por eso Turco, cuando te miro a los ojos veo como dentro de ti sabes que el ser humano es bueno y que por ello siempre nos brindas una segunda y una tercera oportunidad. Qué vida más perra...

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