6 de marzo de 2011

Y si...

Hoy ha sido un día nuevo para mi. Y lo ha sido porque por fin he visto la luz de la calle tras unos pocos días de internamiento (no penséis mal). Con algunas fuerzas ya recuperadas, he estado disfrutando la tarde con amigos, y entre risas, relfexiones y un par de aquarius, ya que no está el cuerpo para otras cosas, se me ha ocurrido algo... Tocando el tema de moda de ahorro energético, y aquí quiero hacer una reseña, se me ha iluminado la bombilla; dicen los políticos, o algún que otro político que ronda por ahí suelto, que la medida de reducir el límite de velocidad de 120 a 110 Km/h no tiene como fin recaudar más euros para sus arcas, sino reducir la contaminación y el gasto de energía. Y yo digo que tururú, ¿entonces por qué razón han subido la sanción de 100 a 300 € por rebasar los 141 Km/h... Total que lanzando alternativas para combustibles ecológicos entre los que se encontraban el agua, o el aceite vegetal, es cuando esa bombilla (y no de bajo consumo precisamente) se me ha encendido: ¿Y si fabricamos un coche que ruede con sonrisas? Evidentemente las risotadas me han abofeteado por todos lados. Pero yo en mi plena vena artística y filosófica he argumentado lo siguiente: si tuviéramos un coche que anduviese a razón de sonrisas ¿a cuánta velocidad iríamos? Alomejor algunos incluso irían marcha atrás, otros no se moverían y otros muchos circularían perfectamente. Es una paranoya que me ha azotado la cabeza, será la sobredosis de aquarius que me ha esponjado el cerebro, pero ¿no estaría bien? Así no consumiríamos nada malo para el planeta y a cambio todos estaríamos bien contentos...

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