Me encanta evadirme cuando corro durante el ocaso del Sol. Ese sol que ya está dejando de calentar nuestro cerebro y comienza a enfriar los pensamientos verdaderos. Me encanta pensar cuando le doy ritmo a mi corazón llevándolo casi al límite durante los entrenamientos de por la tarde. Me encanta, porque es un momento de estar conmigo mismo y mirar. Mirar en lo más hondo de la verdad más absoluta, y... crecer.
El tiempo está pasando, y yo sigo quitándole capas a la envoltura de las emociones que he vivido en los últimos tiempos. Qué razón tiene el dichoso reloj. El reloj, el tiempo, la verdad; son elementos que van cogidos de la mano y que al fin y al cabo siempre llegan al mismo sitio y a la misma hora.
Durante este ocaso, veo como la luna llena de la noche de hoy empieza a elevarse, preciosa, grande y triunfal, iluminando mi reloj y mi tiempo, mi verdad, mi razón... La verdad que transporta el tiempo, siempre llegará al mismo tiempo que las campanadas de la hora en punto, pero ya ha pasado mucho, y las campanadas no llegan; no hay verdad, no cabe más tiempo...
Consumado, ya es la hora. Es la hora de romper el cristal de este reloj arenoso y dejar volar todos esos granos de verdad y razón a la playa blanca cual nacieron, porque el tiempo ya se ha agotado y mi razón me ha abrazado. Mientras hubo tiempo se mantuvo la esperanza, pero ya no queda tiempo.
El tiempo está pasando, y yo sigo quitándole capas a la envoltura de las emociones que he vivido en los últimos tiempos. Qué razón tiene el dichoso reloj. El reloj, el tiempo, la verdad; son elementos que van cogidos de la mano y que al fin y al cabo siempre llegan al mismo sitio y a la misma hora.
Durante este ocaso, veo como la luna llena de la noche de hoy empieza a elevarse, preciosa, grande y triunfal, iluminando mi reloj y mi tiempo, mi verdad, mi razón... La verdad que transporta el tiempo, siempre llegará al mismo tiempo que las campanadas de la hora en punto, pero ya ha pasado mucho, y las campanadas no llegan; no hay verdad, no cabe más tiempo...
Consumado, ya es la hora. Es la hora de romper el cristal de este reloj arenoso y dejar volar todos esos granos de verdad y razón a la playa blanca cual nacieron, porque el tiempo ya se ha agotado y mi razón me ha abrazado. Mientras hubo tiempo se mantuvo la esperanza, pero ya no queda tiempo.
1 comentario:
Vaya luna que había hoy...
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