"La palabra disfrutar no casualmente viene de la palabra fruto. Disfrutar quiere decir tomar del árbol de la vida sus más preciados frutos y saborearlos, saborear el hecho de vivir. Qué estúpido sería tomarnos el trabajo de hacer crecer un árbol y
después no permitirnos siquiera tomar esos frutos para sentir su sabor. Qué idiota suena el trabajo de hacer crecer los frutos que uno nunca
comerá, ni dejará para que otros coman ni regalará a nadie para que
disfrute, ni pondrá a disposición de quien los precise. A veces
me resulta muy triste hablar con gente que me llama, me escribe una
carta o me cruzo circunstancialmente, gente que me cuenta que se ha
pasado toda la vida preparando el terreno, toda la vida aireando la
tierra, toda la vida comprando abonos y fertilizantes, toda la vida
consiguiendo semillas más y más sofisticadas, toda la vida viajando a
buscar los fertilizantes más caros, y los tutores más específicos, gente
que ha gastado fortunas en planes de riego y tiempo incontable en su
sacrificio personal, y ha cuidado esas plantas renunciando a muchas
cosas, hasta verlas crecidas. Qué estúpida esencia la del ser humano cuando obra de esta manera. Qué imbécil idea de lo que es la vida, hacer crecer el fruto para luego no darse el permiso de disfrutarlo. Qué bueno sería animarse a saber que aquello que le da sentido a la
siembra es poder disfrutarla, o poder compartirla, o poder decidir
cederla para que otro la disfrute..."
Me siento muy identificado e incluso tranquilo cuando he leído esa última frase: aquello que la da sentido a la siembra es poder disfrutarla, o poder compartirla, o poder cederla para que otro la disfrute... Pues eso.
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