23 de junio de 2012

Apagando fuegos


Llevo gran parte de mi corta vida tratando de sofocar, extinguir o apagar algunos tipos de incendios que nada tienen que ver con mi precioso trabajo. Siempre he luchado por el bienestar, la armonía emocional entre las personas y el buen sabor de las relaciones humanas y de pareja... Pero a veces, bastantes veces, llega el momento que la capacidad de extinción de mi agua no es suficiente, quizás sea así por la cantidad de leña que se le sigue echando al fuego. Quiero decir que, siempre que está en mi mano, hago lo posible por intentar que toda llama cese su incesante poder destructor y el agua clara llene los depósitos hasta rebosar. Cuando estoy apagando un incendio, y ahora me refiero a un incendio de verdad con sus llamas, sus humos y su calor sofocante, por más agua que se eche no se va a apagar antes. Pero tarde o temprano, al final se apaga, sea con agua, o porque se acabe el combustible. Aunque sea duro, seguiré dándolo todo para sofocar llamas, y no me estoy refiriendo ahora a mi precioso trabajo, que también, si no a lo que al principio de estas líneas he descrito. Seguiré porque amo esta vida y porque es la única forma de vivirla en PAZ. No me cansaré de recordar que vivamos los momentos y que guillotinemos todo aquello que nos haga tropezar, ya que al final lo único que habremos conseguido será pérdida de tiempo, llanto y lamento. Así que nada, tras esta entrada algo extraña en entendimiento me voy a dormir, que mañana si que tengo que apagar incendios de verdad. Buenas noches! 

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