15 de junio de 2012

Un escudo en el corazón


Llevo pocas horas de guardia y ya me he empapado de absolutamente todo lo que pasó el otro día cuando nuestro pequeño coche BUL-5 volcó mientras se dirigía a un incendio con toda su dotación. Contrasto la información que ofrece la prensa con la auténtica versión de los protagonistas y, francamente me da vergüenza de los medios de esta ciudad... No tengo porqué contar nada ni esclarecer nada, los que me conocéis sabéis que solo tenéis que preguntarme y yo os explicaré con total lujo de detalles todo lo que pasó. Pero quiero plasmar otra cosa. Hace años que mi libro Tengo Cosas de Bombero salió a la luz, y no recuerdo muy bien donde se encontraba una referencia muy especial a este cuerpo de bomberos. Hablaba que aun era muy pronto para amar el escudo que bordamos en nuestro lado izquierdo del pecho, pero que deseaba hacerlo con todas mis fuerzas. Hoy me estoy dando cuenta, que he aprendido a amar este trabajo, esta profesión, este escudo. Me estoy dando cuenta que lo defiendo a capa y espada con cualquiera que quiera manchar su nombre o intente tan solo echar mierda sobre él. Éste es un escudo que tiene un valor, y digo valor en todos sus sentidos, incalculable, que solo las personas que nos conocen o nos han visto trabajar saben que lo vale; para los ignorantes, lo que ya sabemos, ignorancia...  Me siento muy orgulloso de los bomberos, y hablo de los bomberos, de los que salimos a los fuegos jugándonos el pellejo por vosotros. Y me siento así porque no os podéis hacer una idea de la fortaleza mental y física que existe en este colectivo. Gracias a este escudo que bordo en mi pecho soy capaz de ver la vida desde el otro lado,  del lado que está más cerca de la muerte, y no me da miedo. Anoche me quedé dormido pensando en qué sensaciones tendría hoy cuando me montara en estos buques color rojo a todo pastilla sobre la calles: y ya ha pasado. Suena la alarma y no sé porqué narices le he dado un beso al coche antes de subirme. Bueno sí que lo sé, porque confío en ellos y porque son ellos, dominados por nuestro valientes conductores, los que nos llevarán a ti lo más rápido posible (y en temas de velocidad no pienso discutir). Quiero agradecer a los ciudadanos, en nombre de los compañeros accidentados el otro día, su valor, agallas, y porqué no decirlo, cojones que tuvieron para echar una mano y levantar el camión a pulso para que el compañero que tenía su cabeza atrapada pudiera seguir con vida: GRACIAS. Otros deberían tomar ejemplo. Hoy me seguiré montando en los coches y seguiré pensando que mi vida vale la que vale la tuya. No pienso arrugarme, sé el motivo por el cual escogí este trabajo y mientras tenga fuerzas llevaré a fuego su escudo en mi corazón. A día de hoy todavía siento como mi corazón se hacelera cuando hay una salida, y el día que deje de pasar, se habrá acabado.


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